El 3 de junio decidí eliminar las cuentas de Facebook e Instagram. Precisamente cuando dispongo de más tiempo y en medio de esta pandemia por el brote de coronavirus y cuando a estas fechas empezamos a recuperar nuestras libertades.
Y puede ser esa la gota que haya colmado el vaso. Por una parte disponer de más tiempo para pensar en mí ha aflorado un pensamiento más crítico y he notado un distanciamiento mayor respecto el rumbo de la sociedad y el impacto de estas plataformas.
Pienso que el uso que les daba a estas redes sociales era mínimo si lo comparo con lo que veo y escucho a mi alrededor. Como publicador, las pocas veces que he generado contenido a través de estas plataformas fue para mostrar algún viaje y seguramente queriendo demostrar algo como "hey mira, estoy viajando". Puede que desperdiciara la vivencia de ese momento.
Como consumidor, Facebook lo utilizaba para consultar disponibilidad de algún local e Instagram simplemente por curiosidad.
Y es en esa curiosidad donde uno descubre un par de cosas: somos rebaños y cuanto más tiempo dediquemos en estas plataformas generaremos menos pensamiento crítico, una pérdida de valores y un debilitamiento de nuestras relaciones físico-reales.
Un ejercicio que propongo es medir el valor de utilidad de estas plataformas. Cuando uses por ejemplo Instagram analiza cada publicación que consumes y valora si te ha resultado útil o no. En mi caso vi que día a día la mayoría no aportaba ningún valor. Con esto no quiero menospreciar a nadie, de hecho aprecio cada persona como és e intento no hacer juicios sobre lo que pueda hacer o no.
Simplemente, no necesito saber con quien has estado, verte sentad@, si has ido a correr o estás en la playa. Cada uno tendrá aquí su criterio y decidirá cuanto vale lo que ve y a qué está dedicando su tiempo.
Obviamente tenía otra solución a la eliminación: dejar de seguir aquellas personas que a mi criterio no me aportaban algo. Pero cuando el resultado se acerca al 100%, pienso que no tiene sentido que Facebook tenga mis datos personales por el simple hecho de 'seguir existiendo'. Nótese que en mi decisión ha pesado más el componente de la utilidad al moral. Si os guiáis por temas puramente morales o éticos, os animo a buscar información sobre prácticas de esta empresa.
Como en todo hay una excepción, y son los acontecimientos importantes que realmente sí tienen un impacto en la vida de esa persona. Y con más motivo no quiero descubrirlo por una fría imagen vista desde una pantalla. Este es el regalo que me llevo de no seguirte en el mundo digital, que la próxima vez que nos veamos o hablemos y te pienses que todo el mundo sabe de ti, estaré yo ingenuo, interesado y curioso por ti.